miércoles, 9 de enero de 2013

Con Frederich Cepeda, a las dos manos...(+fotos)



(todas fotos tomadas de Internet)

(entrevista original realizada al estelar pelotero cubano Frederich Cepeda)

- Hey Cepeda, soy de la prensa, me interesa entrevistarte...
- Está bien, de acuerdo, puede ser en el hotel después de las seis de la tarde...   El diálogo breve transcurrió en el estadio Victoria de Girón de Matanzas, a unos 100 kilómetros al este de La Habana, durante uno de los juegos de pelota entre los equipos de Sancti Spíritus y Matanzas, en la actual Serie Nacional de Béisbol.
  Literalmente el sol rajaba las piedras, y el número 24 del equipo Cuba, respondió mientras esperaba su turno al bate, empapado en sudor, en aquel juego donde Los Gallos “picaron” a los Cocodrilos.
  Al hotel Canimao, en la periferia de la urbe de ríos y puentes, no llegué puntual; pero Cepeda me estaba esperando.


  Más que una formal entrevista, conversamos buena parte de la noche como dos profesionales de la comunicación, porque este pelotero tiene dotes de buen comunicador.
  Con 32 años de edad, 16 Series Nacionales y una década ininterrumpida vistiendo el traje de las cuatro letras rojas, el jardinero izquierdo habló despacio:
  “La pelota es mi pasión. Amo este deporte y debo todo lo que he logrado a mi padre Pablo Cepeda. Con el respeto a todos los entrenadores; pero mi padre es mi mejor entrenador.
  “Siempre hay que estar ejercitando el cuerpo, perfeccionando todo lo relacionado con la técnica a la hora de batear. A veces creo que me paso un poco; pero este deporte en equipo exige al atleta un alto nivel de entrenamiento y sacrificio.
  “Fue mi padre quien me enseñó a batear a las dos manos. Todo el trabajo de bateo se relaciona con los reflejos, hay que hacer repeticiones y más repeticiones.
  “Yo soy derecho. Muchas personas me decían que era difícil aprender a la zurda, me empeñé”...
  El joven oriundo de la ciudad de Sancti Spíritus gesticula poco para hablar y mira a los ojos mientras expone, con pasión, sus vivencias.

  “Cuando repaso los momentos más importantes de mi carrera, pienso en aquel día en que llegamos a discutir la final de la Serie Nacional, luego integrar el equipo Cuba y lograr el título olímpico.
  “Lo más grande fue llegar al I Clásico Mundial de Béisbol junto a las figuras emblemáticas del país, competir con excelentes equipos y alcanzar el segundo lugar. Medir fuerzas a ese alto nivel del béisbol en el mundo y saber que podemos, eso no tiene precio. Uno se siente feliz cuando ofrece al pueblo un lindo espectáculo, porque todo el mundo está esperando lo mejor...”
  Cepeda se emociona cuando evoca esos momentos, y recuerda cuánto hay que prepararse.
  “El trabajo diario propicia el resultado final. En el deporte  colectivo todos en el equipo luchan y se esfuerzan, el béisbol es el deporte nacional en Cuba, existen  aficionados,  fanáticos, es una verdadera efusión y a veces no entienden.
  “La pelota de nuestro país es una potencia mundial, pero el resto de las naciones también se preparan y fuerte. Ahí están los japoneses, los brasileños que dejaron fuera del Clásico al equipo de Panamá. Los verdaderos números los dice el juego en el terreno. Todos somos seres humanos.

  “Cuando uno sale al diamante siente la presión; pero la mayor satisfacción, el mejor regalo es cuando la gente te aplaude, te saluda por la calle, los niños quieren imitar en sus juegos al pelotero favorito”.
  Desde los seis años de edad Frederich Cepeda tiene un bate en la mano, o en las dos, en su carrera como atleta ha pasado momentos de gloria y otros no tanto; como ser humano común confiesa un poco de timidez, incluso cuando llega al cajón de bateo y algún fanático desde las gradas grita cualquier disparate.
  Con admiración habla de peloteros referentes en su carrera como Lourdes Gourriel, Omar Linares, Antonio Pacheco, Orestes Kindelán, inspiradores de otros muchos deportistas no solo en Cuba.
  A Cepeda le gusta escuchar música, compartir en familia y bailar como buen cubano. Con alegría muestra la foto de su niño de cuatro años, quien todavía no se decide a seguir los pasos de su padre.
  El mayor reto es asistir al III Clásico Mundial del Béisbol, y defender con el corazón el nombre de Cuba.
  “Nuestro pensamiento es ganar y ganar. Es lo que queremos y para ello nos preparamos”.
  Casi cómplice, expresa que durante mucho tiempo pensó que el peor momento de su vida fue aquel día en que Sancti Spíritus discutía la final con Holguín y Oscar Gil lo ponchó.. Después de reflexionar de que en el deporte se gana o se pierde, considera que el peor momento de su vida será el día en que deje de jugar a la pelota.
  Nos despedimos sonriendo, luego de soslayar dos o tres preguntas, de esas que los expertos en mi profesión denominan “incómodas”.
  Con impecable caballerosidad y para reafirmar que es Frederich Cepeda, me dio, en vez de una, las dos manos.

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