Cada una de
las piezas atesoraba una historia. Muchas de ellas aparecen aún en el álbum de
fotografías de la boda de mi madre, aquel 6 de mayo de 1955. Amigos de mi
abuelo y de mis padres llegaron con juegos de copas, de café, de té, vajillas,
búcaros y otros adornos de cristales finos, a la ceremonia nupcial aquella
primavera y quedaron en la imagen del fotógrafo Muñoz...
Otras tazas, platos, azucareras y licoreras
las guardaba mi abuela paterna como reliquia y las heredé en buena lid, luego
de que el marido de mi difunta tía se negara a entregármelas y tuve que
recurrir a la legalidad y la justicia, porque mi abuelo dijo, y cuando mi
abuelo decía...., que todo era mío.