martes, 29 de noviembre de 2016

Las vidas de Fidel Castro




El 4 de noviembre de 2001 cuando azotaba en huracán Michelle 
  Mi familia, por ser cubana, es similar a muchas y difiere de otras. Siempre estamos discutiendo de los últimos acontecimientos del mundo, todos, sin excepción, tenemos un libro en la cabecera que renovamos con frecuencia.
  En el sitio privilegiado donde la mayoría de las familias suelen exhibir un Jesucristo, en mi casa permanece una excepcional fotografía que Chinolope hiciera al Che Guevara, y otra en la cual aparezco al lado de Fidel, en una de esas tantas aventuras reporteriles.
  Cuando el mundo se conmueve ante la noticia demoledora que llegó como un rayo, de la partida de Fidel, también asumimos en familia el golpe duro, incomparable…
  Mi nuera periodista en ciernes, que venía a Matanzas a pasar el fin de semana entre todos, salió como un bólido para incorporarse a su colectivo de trabajo en el periódico Juventud Rebelde, porque inusualmente la publicación circularía el lunes.
  El sobrino mayor, futuro estomatólogo, gastó su saldo en enviar un extenso mensaje a la especial programación de la Televisión Cubana, y estuvo todo el tiempo pendiente de los detalles.
  Los tres hijos adoptivos que me acompañan en el sacerdocio del periodismo, sin salir del asombro, tributan para los espacios informativos y las redes sociales contenidos conmovedores, reflejo del dolor popular ante la pérdida del líder. Uno de ellos afirma convencido, que Fidel no ha muerto; sino como la materia cambia de estado para confundir a los enemigos.
  Mi hijo menor volvió sobre el libro de Katiuska Blanco, el primero de los que cuentan la historia de este hombre-leyenda y que atinadamente la colega tituló Todo el tiempo de los cedros.
  El Combatiente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde hace 60 años, que es mi suegro, se afeitó su barba blanca, aquella que había dejado asomar desde que el 31 de julio, 10 años atrás, Fidel en su lecho, muy grave, dictó la Proclama que todavía nos estremece…
  Mi hijo mayor concluía su gira De paso por tierras de Argentina, vestido de verde olivo y con la bandera cubana como única escenografía, compartiendo el dolor con un público amante de la Revolución Cubana.
  Me he pasado estas últimas horas, desde que a las 12.43 minutos de la madrugada del sábado 26 de noviembre, me llamara una voz amiga que todavía no logro descifrar, para dejarme aturdida con la noticia, tratando de dedicar a Fidel, por incontables razones, algunas líneas íntimas, confieso que se me hace un nudo en la garganta y no podía escribir.
  Converso con mi esposo sobre mil y un momentos vinculados al Comandante en Jefe, y él me repite hasta el cansancio con los ojos enrojecidos y su voz entrecortada: “No te das cuenta que Fidel vive muchas vidas…”

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Tongo



(de Crónicas de mi Aldea, libro en preparación)

  En cada lugar de este mundo existen personajes que sobresalen por alguna determinada razón. Unos porque son inteligentes, otros porque son excesivamente brutos; los hay que quieren vivir fuera de la ley, y otros porque, simplemente, están locos...
  El ingenio no escapaba a tal afirmación, tal vez las novedades se conocían y caminaban demasiado pronto, debido a aquel proverbio que repiten los de más acumulada experiencia: "En pueblo chiquito, infierno grande"
Las calles del ingenio actualmente

  Tongo, que en realidad se llamaba Antonio, fue hombre de trabajo, tuvo varios hijos varones y una hembra; su esposa era, literalmente, un amor de persona.   Vivían en una casa amplia y cómoda, por los ventanales de barrotes se colaba la brisa a toda hora. Como era una construcción de madera con techo de tejas, se facilitaba la ventilación.
  Sentarse en el portal de aquella modesta vivienda a la sombra de los árboles de chirimoya, mango, aguacate o mamey resultaba agradable y relajante.
  Solo que Tongo tenía un carácter bastante impulsivo y por las cosas que hacía, rayanas en el arrebato, mucha gente en el ingenio más que respetarlo, le temía y cada vez menos muchachos se acercaban para buscar los mangos maduros que reposaban debajo de las matas, o para arrancar la dulce y olorosa guayaba, porque el hombre casi poseído, salía gritando improperios lo mismo con un machete, que con una guataca en la mano, dependía, claro está, de la labor que estuviera realizando en aquel momento.
  La madre de Bárbara María mostraba gran afecto por el señor, que tal vez vino de Islas Canarias a echar raíces en aquellas tierras fértiles, y también por Lolita, la esposa.
  Siempre que en el trayecto para casa de la abuela "Caicá" había que transitar cerca de la morada de madera y tejas donde Tongo tenía su emporio, saludaba y conversaba brevemente con la mujer, evitando la invitación a sentarse en el portal. Amalia también sentía cierta sensación de miedo cuando recordaba los desplantes de Tongo.
  En una ocasión el isleño alimentaba a su vaca predilecta, animal que comía de su mano. Le daba cogollos de caña fresca en abundantes porciones, al punto que el rumiante mostraba incomodidad y devolvía la gramínea.
Pudiera ser la vaca...
  La esposa cariñosa y dulce le suplicó que no siguiera dando más alimento al animal, y Tongo, con los ojos encendidos por la furia, haciendo galas de ser uno de esos personajes que pasan a la historia de los pueblos chiquitos, gritó desaforadamente: "Cada vez que le pregunto si quiere más, me dice que sí con la cabeza. Por lo tanto le estaré dando caña hasta que me diga que no...


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lunes, 5 de septiembre de 2016

Din dila din delá… (+Fotos)


El Viti bien temprano estaba listo para iniciar el curso escolar

Antes de salir para el IPVCE

   El Viti, mi hijo menor, sin remolonear se tiró de la cama al primer llamado, en un dos por tres estaba listo para salir hacia la escuela. Es su segundo año en el Instituto Pre Universitario Vocacional de Ciencias Exactas Carlos Marx, de Matanzas, en Cuba, aunque en las vacaciones no perdió el contacto con sus compañeros y amigos de clase, ahora vuelven a encontrarse para compartir conocimientos y hasta el pan de la merienda.
  Me queda la nostalgia de aquellos primeros días cuando se iniciaba como un estudiante y lo llevaba de la mano para cruzar la céntrica calle de Milanés que conducía a su escuela primaria. Allí donde también estudió su hermano.

lunes, 8 de agosto de 2016

Fidel no cabe en un poema (+Fotos)


El 5 de marzo de 1997, Fidel estuvo en Matanzas y junto a Carilda celebraron los 40 años del Canto (foto archivo de la autora)
Entrada a Matanzas el 7 de enero de 1959


 “No me atrevería a escribirle ahora, sería demasiado presumido, la figura de Fidel no cabe en un poema” aseveró hace algún tiempo Carilda Oliver Labra, Premio Nacional de Literatura, cuando algunos periodistas indagaron si alguna vez volvería a dedicar versos a Fidel Castro.
 Carilda con la sencillez que le es afín, siempre afirma que su Canto a Fidel estuvo inspirado en la lucha de la Sierra Maestra, en febrero de 1957 cuando vio en la revista norteamericana Life la entrevista que Herbert Mathew hiciera al líder de la Revolución quedó prendada ante la foto del hombre que conoció en sus años de estudiante de derecho en la Universidad de La Habana, y que en aquel momento conducía a los guerrilleros en la zona oriental de Cuba, en una lucha desigual contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Muchas veces contó Carilda que el poema "salió solo" y expresaba sentimientos de una joven cubana con ansias de libertad.
 El Canto… ,que integra el conjunto de poesía épica de la autora inquilina de la Calzada de Tirry 81, en la urbe de los ríos y los puentes, fue compuesto al mes siguiente (marzo 1957) y enviado a la Sierra Maestra dentro del zapato de un combatiente, de manera clandestina alcanzó los predios donde se libraban los combates y se organizaba la invasión a la región del Occidente de la Isla.
La voz de Violeta Casals, otra oriunda de Matanzas, le dio lectura por Radio Rebelde en los inicios del año 1958 y al triunfo de la Revolución fue publicado en los periódicos locales de la ciudad conocida como Atenas de Cuba.
El libro Los Huesos Alumbrados, ganador de un concurso nacional, lo incluye entre sus poemas, junto a otros dedicados a Abel Santamaría, José Antonio Echeverría, el asalto al Cuartel Goicuría y el propio Canto a Matanzas, antológicos versos que definen la lealtad de la poetisa  a la tierra que la vio nacer un seis de julio de 1922.
Cuando en el mes de marzo de 1997 Fidel se trasladó a Matanzas para celebrar los 40 años del Canto junto a Carilda y otros intelectuales, recordó que fue un poema guerrillero que tuvo que subir la Sierra Maestra, no lo consideró un homenaje a su persona; sino la expresión de lo que estaba haciendo el pueblo. Dijo: “Recuerdo el poema, el gesto, la valentía, el estímulo, y sobre todo escribirlo en aquellos tiempos…”
A Carilda, una de las voces más importantes de las letras en Hispanoamérica se le conoce por su obra lírica y erótica; aunque la épica integra también sus más de 20 libros publicados. Con sus 94 años de edad y en su casona colonial, conserva el abrazo de Fidel y sus elogios al Canto, e insiste en que la figura de este Revolucionario universal no cabe ya en un poema…


FIDEL ES FIDEL!!

En Matanzas el 4 de noviembre de 2001 cuando pasó el huracán Michelle


En Jagüey Grande, el 11 de noviembre de 2001 a una semana del paso del huracán Michelle, allí dijo: "Los daños se resarcirán en tiempo record" y al año siguiente, en la plazoleta del antiguo central Australia entregó más de un centenar de viviendas a los damnificados

En un cumpleaños de Elián, en la escuela Marcelo Salado, de Cárdenas