miércoles, 21 de septiembre de 2016

Tongo



(de Crónicas de mi Aldea, libro en preparación)

  En cada lugar de este mundo existen personajes que sobresalen por alguna determinada razón. Unos porque son inteligentes, otros porque son excesivamente brutos; los hay que quieren vivir fuera de la ley, y otros porque, simplemente, están locos...
  El ingenio no escapaba a tal afirmación, tal vez las novedades se conocían y caminaban demasiado pronto, debido a aquel proverbio que repiten los de más acumulada experiencia: "En pueblo chiquito, infierno grande"
Las calles del ingenio actualmente

  Tongo, que en realidad se llamaba Antonio, fue hombre de trabajo, tuvo varios hijos varones y una hembra; su esposa era, literalmente, un amor de persona.   Vivían en una casa amplia y cómoda, por los ventanales de barrotes se colaba la brisa a toda hora. Como era una construcción de madera con techo de tejas, se facilitaba la ventilación.
  Sentarse en el portal de aquella modesta vivienda a la sombra de los árboles de chirimoya, mango, aguacate o mamey resultaba agradable y relajante.
  Solo que Tongo tenía un carácter bastante impulsivo y por las cosas que hacía, rayanas en el arrebato, mucha gente en el ingenio más que respetarlo, le temía y cada vez menos muchachos se acercaban para buscar los mangos maduros que reposaban debajo de las matas, o para arrancar la dulce y olorosa guayaba, porque el hombre casi poseído, salía gritando improperios lo mismo con un machete, que con una guataca en la mano, dependía, claro está, de la labor que estuviera realizando en aquel momento.
  La madre de Bárbara María mostraba gran afecto por el señor, que tal vez vino de Islas Canarias a echar raíces en aquellas tierras fértiles, y también por Lolita, la esposa.
  Siempre que en el trayecto para casa de la abuela "Caicá" había que transitar cerca de la morada de madera y tejas donde Tongo tenía su emporio, saludaba y conversaba brevemente con la mujer, evitando la invitación a sentarse en el portal. Amalia también sentía cierta sensación de miedo cuando recordaba los desplantes de Tongo.
  En una ocasión el isleño alimentaba a su vaca predilecta, animal que comía de su mano. Le daba cogollos de caña fresca en abundantes porciones, al punto que el rumiante mostraba incomodidad y devolvía la gramínea.
Pudiera ser la vaca...
  La esposa cariñosa y dulce le suplicó que no siguiera dando más alimento al animal, y Tongo, con los ojos encendidos por la furia, haciendo galas de ser uno de esos personajes que pasan a la historia de los pueblos chiquitos, gritó desaforadamente: "Cada vez que le pregunto si quiere más, me dice que sí con la cabeza. Por lo tanto le estaré dando caña hasta que me diga que no...


Contenido relacionado:
 http://barbarisimacuba.blogspot.com/2012/09/villa-turbina.html
http://barbarisimacuba.blogspot.com/2013/01/el-medico-que-no-fue.html

lunes, 5 de septiembre de 2016

Din dila din delá… (+Fotos)


El Viti bien temprano estaba listo para iniciar el curso escolar

Antes de salir para el IPVCE

   El Viti, mi hijo menor, sin remolonear se tiró de la cama al primer llamado, en un dos por tres estaba listo para salir hacia la escuela. Es su segundo año en el Instituto Pre Universitario Vocacional de Ciencias Exactas Carlos Marx, de Matanzas, en Cuba, aunque en las vacaciones no perdió el contacto con sus compañeros y amigos de clase, ahora vuelven a encontrarse para compartir conocimientos y hasta el pan de la merienda.
  Me queda la nostalgia de aquellos primeros días cuando se iniciaba como un estudiante y lo llevaba de la mano para cruzar la céntrica calle de Milanés que conducía a su escuela primaria. Allí donde también estudió su hermano.