jueves, 11 de mayo de 2017

Cosas de madres (+Fotos)


Yenli con su pequeño pelirrubio

Diago Román



La veo llegar con su pequeño en brazos y me veo hace tiempo, cuando igual andaba con los míos a cuesta.
Todavía disfruta de las bondades de la licencia de maternidad, proyecto social que impulsa Cuba en defensa de las mujeres que traen al mundo descendencia, y que las protege laboralmente con el fin de atender mejor a los bebés en los primeros meses de vida.
La veo llegar con bolso, pañitos, toallas, pañales y el alimento lo carga junto al pequeño que mira con ojos de azul intenso, y él sonríe si le hablo y se aferra al seno materno porque “pica” el hambre, hace calor y esta gente grande solo le hace monerías y le habla como si él fuera bobo…
Ella es periodista y su esposo estomatólogo, todavía me estoy preguntando que tienen que ver tantas letras, agendas, computadoras, fuentes de información, entrevistas y notas informativas, con los dientes, los molares, la ortodoxia y todos los “aparaticos” esos que vemos brillar en dientes ajenos; pero lo cierto es que procrearon a un precioso niño con nombre propio.

Diago Román ya visitó varias veces la redacción, sabe que su mami en unos meses volverá a sus andadas por las calles empinadas de esta ciudad ultramarina, tal vez en algún momento le toque, como a los míos, acompañarla en coberturas, recorridos o conciertos, y que tendrá que quedarse quieto. Hasta imagino un corral en la redacción, salida emergente, cuando no pueda acudir al círculo infantil, se haga tarde o esté lloviendo.
La veo llegar sonriente como si en brazos trajera un premio (de hecho lo es) salimos a la calle en busca de un regalo; pero los precios están muy altos y no llegan nuestras economías a tanto. Un par de velitas artesanales multicolores con olor a rosas, que dedicaré a la memoria de mi madre, un llavero también artesanal nos llevamos de regalo. Ella, delgada siempre, apenas si puede mucho rato cargar al bebé, la ayudo y siento que mis brazos se tensan.
Yenli Lemus, esa reportera que me acompaña desde hace más de un lustro, ahora habla de palanganas, culeros desechables y calcetines en miniatura, hay más brillo en sus ojos. Estoy convencida que si es buena en su profesión, mejor lo es también en esta que se estrena desde hace cinco meses, con ese regordete pelirrubio que la busca nada más escucha su voz.

La veo llegar y me veo, pendiente de cada detalle de esos diablillos que aunque crezcan siguen siendo vulnerables para nosotras, sus manos se mueven ágiles para desabrochar la blusa y pegar al chiquillo a su seno porque se “emperreta”, le doy cuantos consejos se me ocurren, de aquellos que traigo para siempre conmigo porque mi madre se encargó de eternizarlos, y ella me mira confiada, siento su respeto. Pienso que no muy lejos llegarán los nietos, mientras voy adelantando con este postizo que me pinta fiestas y me hala el pelo.

 (Un regalo especial: Peteco Carvajal Las manos de mi madre o Pájaros en el aire)
https://youtu.be/7j3zolfdnHg

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